24 de ago. de 2012

Dia do Leitor. Dia de Borges.


A Argentina estabeleceu dia 24 de agosto como o dia do leitor, dia do nascimento de J.L.Borges.
De
Siete Noches.

LAS MIL Y UNA NOCHES
SEÑORAS, SEÑORES:
Un acontecimiento capital de la historia de las naciones occidentales es el descubrimiento
del Oriente. Sería más exacto hablar de una conciencia del Oriente, continua, comparable a la
presencia de Persia en la historia griega. Además de esa conciencia del Oriente —algo vasto,
inmóvil, magnifico, incomprensible— hay altos momentos y voy a enumerar algunos. Lo que me
parece conveniente, si queremos entrar en este tema que yo quiero tanto, que he querido desde la
infancia, el tema del Libro de Las mil y una noches, o, como se llamó en la versión inglesa —la
primera que leí— The Arabian Nights: Noches árabes. No sin misterio también, aunque el título es
menos bello que el de Libro de Las mil y una noches.
Voy a enumerar algunos hechos: los nueve libros de Herodoto y en ellos la revelación de
Egipto, el lejano Egipto. Digo “el lejano” porque el espacio se mide por el tiempo y las
navegaciones eran azarosas. Para los griegos, el mundo egipcio era mayor, y lo sentían misterioso.
Examinaremos después las palabras Oriente y Occidente) que no podemos definir y que son
verdaderas. Pasa con ellas lo que decía San Agustín que pasa con el tiempo: “¿Qué es el tiempo? Si
no me lo preguntan, lo sé; si me lo preguntan, lo ignoro”. ¿Qué son el Oriente y el Occidente? Si me
lo preguntan, lo ignoro. Busquemos una aproximación.
Veamos los encuentros, las guerras y las campañas de Alejandro. Alejandro, que conquista
la Persia, que conquista la India y que muere finalmente en Babilonia, según se sabe. Fue éste el
primer vasto encuentro con el Oriente, un encuentro que afectó tanto a Alejandro, que dejó de ser
griego y se hizo parcialmente persa. Los persas, ahora lo han incorporado a su historia. A
Alejandro, que dormía con la Ilíada y con la espada debajo de la almohada. Volveremos a él más
adelante, pero ya que mencionamos el nombre de Alejandro, quiero referirles una leyenda que, bien
lo sé, será de interés para ustedes.
Alejandro no muere en Babilonia a los treinta y tres años. Se aparta de un ejército y vaga por
desiertos y selvas y luego ve una claridad. Esa claridad es la de una fogata.
La rodean guerreros de tez amarilla y ojos oblicuos. No lo conocen, lo acogen. Como
esencialmente es un soldado, participa de batallas en una geografía del todo ignorada por él. Es un
soldado: no \e importan las causas y está listo a morir. Pasan los años, él se ha olvidado de tantas
cosas y llega un día en que se paga a la tropa y entre las monedas hay una que lo inquieta. La tiene
en la palma de la mano y dice: “Eres un hombre viejo; esta es la medalla que hice acuñar para la
victoria de Arbela cuando yo era Alejandro de Macedonia.” Recobra en ese momento su pasado y
vuelve a ser un mercenario tártaro o chino o lo que fuere.
Esta memorable invención pertenece al poeta inglés Robert Graves. A Alejandro le había
sido predicho el dominio del Oriente y el Occidente. En los países del Islam se lo celebra aún bajo
el nombre de Alejandro Bicorne, porque dispone de los dos cuernos del Oriente y del Occidente.
Veamos otro ejemplo de ese largo diálogo entre el Oriente y el Occidente, ese diálogo no
pocas veces trágico. Pensamos en el joven Virgilio que está palpando una seda estampada, de un
país remoto. El país de los chinos, del cual él sólo sabe que es lejano y pacífico, muy numeroso, que
abarca los últimos confines del Oriente. Virgilio recordará esa seda en las Geórgicas, esa seda
inconsútil, con imágenes de templos, emperadores, ríos, puentes, lagos distintos de los que conocía.
J o r g e L u i s B o r g e s S i e t e n o c h e s
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Otra revelación del Oriente es la de aquel libro admirable, la Historia natural de Plinio. Ahí
se habla de los chinos y se menciona a Bactriana, Persia, se habla de la India, del rey Poro. Hay un
verso de Juvenal, que yo habré leído hará más de cuarenta años y que, de pronto, me viene a la
memoria. Para hablar de un lugar lejano, Juvenal dice: “Ultra Aurora et Ganges”, “más allá de la
aurora y del Ganges”. En esas cuatro palabras está el Oriente para nosotros. Quién sabe si Juvenal
lo sintió como lo sentimos nosotros. Creo que sí. Siempre el Oriente habrá ejercido fascinación
sobre los hombres del Occidente.
Prosigamos con la historia y llegaremos a un curioso regalo. Posiblemente no ocurrió nunca.
Se trata también de una leyenda. Harun al-Raschid, Aarón el Ortodoxo, envía a su colega
Carlomagno un elefante. Acaso era imposible enviar un elefante desde Bagdad hasta Francia, pero
eso no importa. Nada nos cuesta creer en ese elefante. Ese elefante es un monstruo. Recordemos
que la palabra monstruo no significa algo horrible. Lope de Vega fue llamado “Monstruo de la
Naturaleza” por Cervantes. Ese elefante tiene que haber sido algo muy extraño para los francos y
para el rey germánico Carlomagno. (Es triste pensar que Carlomagno no pudo haber leído la
Chanson de Roland, ya que hablaría algún dialecto germánico.)
Le envían un elefante y esa palabra, “elefante”, nos recuerda que Roland hace sonar el
“olifán”, la trompeta de marfil que se llamó así, precisamente, porque procede del colmillo del
elefante. Y ya que estamos hablando de etimologías, recordemos que la palabra española “alfil”
significa “el elefante” en árabe y tiene el mismo origen que “marfil”. En piezas de ajedrez orientales
yo he visto un elefante con un castillo y un hombrecito. Esa pieza no era la torre, como podría
pensarse por el castillo, sino el alfil, el elefante.
En las Cruzadas los guerreros vuelven y traen memorias: traen memorias de leones, por
ejemplo. Tenemos el famoso cruzado Richard of the Lion-Heart, Ricardo Corazón de León. El león
que ingresa en la heráldica es un animal del Oriente. Esta lista no puede ser infinita, pero
recordemos a Marco Polo, cuyo libro es una revelación del Oriente (durante mucho tiempo fue la
mayor revelación), aquel libro que dictó a un compañero de cárcel, después de una batalla en que
los venec

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